Adrián
Pérez Reyes (Sagunt, València, 03/04/1987)
Crezco
y correteo por un pueblo lleno de historia, pasando la infancia y
adolescencia buscando cerámicas sigillatas por las faldas del
castillo. Me mudo a València para empezar a estudiar Periodismo
pero, por suerte, me doy cuenta a tiempo de que no es lo mío y
empiezo Historia, licenciándome en 2012. Estudio el Máster de
Arqueología en la Universidad de València y, al poco tiempo, inicio
mi periplo por Andalucía: Granada, Baza, Bailén, Málaga... En este
tiempo, además de para seguir investigando y aumentar la familia a
base de adoptar gatos (uno bailenense y otro bastetano), aprovecho
para hacer el Máster de Profesorado en Jaén y empezar el Doctorado
en Didáctica de las Ciencias Sociales. Actualmente soy docente en el
I.E.S. Julio Rodríguez (Motril), donde desarrollo mi otra gran
pasión que es la enseñanza.
-Adrián Pérez
Reyes-
¿Qué
restos has encontrado? ¿Cómo?
Pues,
a ver, principalmente yo me dedico al periodo ibérico, entonces, en
los últimos años sobre todo nos hemos centrado en excavar
asentamientos rurales, no grandes ciudades, núcleos o centros
políticos y económicos; sino cómo vivía esa gente que dependía
de un núcleo potente, económicamente estable; cómo vivían en el
campo, cómo gestionaban esas redes dentro del espacio no urbano, y,
entonces, claro, los restos no pueden ser muy ricos en el sentido de
grandes ajuares, grandes conjuntos de materiales, sino, pues son
talleres de artesanos, que, bien por lo que producían se encontraban
lejos del centro, como pueden ser talleres de fundición de metales,
que por los humos que desprende la fundición del metal, al ser
tóxicos y oler muy mal, se situaban fuera de las ciudades; granjas,
centros rurales… Luego, otros periodos en los que he excavado, pues
además de época romana, que la parte de Pompeya es evidentemente la
más rica a lo que materiales se refiere; el lugar en el que más he
encontrado en volumen y en buen estado de conservación. Ahí por
ejemplo encontramos desde tuberías de plomo parecidas a unas
fístulas, lucernas de juguete (lamparitas romanas de juguete), un
ritual de fundación de una villa… un montón de cosas. Y luego en
otras épocas, la verdad es que he excavado también, por ejemplo,
una Necrópolis (un “cementerio” musulmán), excavar Necrópolis
es bastante aburrido; porque todos los esqueletos están situados
igual, y más los musulmanes que no les dejan ajuar, no les ofrecen
nada a los muertos; entonces son todo restos óseos, uno tras otro,
sin nada más.
¿Cómo
pasaste de estudiar periodismo a algo tan diferente como la historia,
arqueología y profesorado?
Bueno,
no es tan diferente. Pues pasé porque; no diría que me equivoqué
pero sí que me dejé llevar por opiniones de los demás. Acababa el
selectivo, había hecho un bachillerato muy bueno, tenía una nota
media muy alta; y todo el mundo me decía: bah, la vas a desperdiciar
haciendo historia, (que pedían solo un cinco, en aquel momento era
sobre diez), solo un cinco, vas para historia, métete en algo que
sea más complicado, que pidan más nota; y cuando yo empecé
periodismo, era la nota más alta, más que medicina, (un 8,8 de
media para entrar), y me metí, y me metí y al poco tiempo me di
cuenta de que no era lo mío, que a mí siempre me había gustado la
historia, y entonces decidí el cambio. Y metiéndome en historia, lo
que más me gustaba de ella era la arqueología. Siempre he tenido
las dos partes; la investigadora y luego la parte docente, que
siempre he preferido la parte docente con adolescentes que en la
Universidad, en la Universidad no me gusta.
¿En
qué más sitios además de Pompeya has trabajado como arqueólogo?
Uf,
en muchos. Por toda la zona de Valencia, zona de Requena y sus
alrededores, en el norte de Castellón, luego en la provincia de
Granada, en Jaén; puf, no sé, he excavado en muchos sitios (risas).
¿Cuál
es el sitio en el que más te ha gustado trabajar?
A
ver, todos son diferentes; gustarme la verdad es que me han gustado
todos, porque intento involucrarme mucho siempre en todo lo que hago.
Por especial, obviamente Pompeya es muy especial. Pero, creo que
igual, no es el que mejor recuerdo guardo. Guardo mejores recuerdos
de campañas más modestas, en otros sitios, y, que me he involucrado
más a nivel personal y la gente con la que he excavado eran amigos y
el ambiente era muy bueno… Probablemente si me quedo con una,
serían tres campañas en las que estuvimos en un yacimiento ibérico
que se llama La Casa de la Cabeza.
¿Cuándo
te decidiste a estudiar historia y arqueología?
En
cuanto hice el cambio de periodismo a historia; la verdad es que los
primeros meses de historia venía un poco descentrado del cambio de
una a otra, no tenía muy claro si había hecho bien en dejarla si
no, todavía estaba dándole vueltas a la cabeza y, a los pocos meses
me surgió la oportunidad de irme, ya en verano de ese mismo año a
una excavación, no me lo pensé y de hecho ese verano no fui a una
sino a tres, estuve julio, agosto y septiembre; y así me tiré los
cinco años de licenciatura estudiando todo el curso y luego julio,
agosto y septiembre excavando, todos los años.
¿De
qué época histórica has encontrado restos?
Pues
de todas las que he excavado (risas), claro. Las tres en las que más
me he centrado han sido: Edad del Bronce, que ahí la verdad que en
yacimientos muy bonitos, como L’Altet de Palau; Época Ibérica,
como en La Casa de la Cabeza, El Zoquete, varios sitios también en
la provincia de Granada; luego restos romanos, obviamente; de época
Islámica. De todo un poco.
¿Cuál
es la experiencia que más te ha gustado?
Pues,
no sé es que ha ido evolucionando; es que no podría elegir, esto es
muy complicado; pero en todas me llevo buena experiencia, porque
cuando empezaba que no tenía ni idea, era todo nuevo, quería
aprender de todo: técnicas de excavación, técnicas de análisis,
técnicas de dibujo, de clasificación de materiales, de tipología,
lo quería aprender todo. Y luego con el paso de los años que vas
dominando esos campos, pues no dejas de aprender, pero además si
tienes la oportunidad de enseñarle a los que están estudiando ahora
y que se ven en la misma situación en la que yo estaba; pues es otra
satisfacción, es una experiencia enorme y también me llena mucho.
Poder enseñar lo poco que sé a la gente que empieza…
¿Cómo
compaginas la arqueología con tu puesto de trabajo como profesor?
Pues
muy sencillo: teniendo pocas vacaciones (risas). Trabajando de profe
de septiembre a julio; y luego julio y agosto dedicándome a excavar.
Y las vacaciones, para otro momento.
¿Cómo
se te ocurrió la genial idea de hacer tan especiales tus clases?
Yo
no creo que sean tan especiales… A ver, yo estoy muy metido en
temas de innovación didáctica, porque me gusta y por formación;
por formación de doctorado, de didáctica en las ciencias sociales.
A mí lo que me gusta es que sea útil, mis clases para mí no son de
historia, mi asignatura es una excusa como cualquier otra para
intentar que estéis lo más preparados posible cuando os afrentéis
al mundo real, al mundo de fuera del centro. Y, si la excusa es la
historia, pues bienvenida sea, pero podría ser cualquier otra. Por
eso trabajamos por proyectos, por eso os planteo que resolvamos
problemas y os dejo que seáis creativos y libres, que uséis la
creatividad. Porque al final cuando salgáis ahí fuera es lo que os
vais a encontrar. Tendréis muchos problemas por resolver y tendréis
que ser creativos, y encontrar las herramientas a vuestro alcance
para resolverlo, y además me gusta aprovechar una asignatura tan
rica como es Geografía e Historia para tratar problemas que creo que
son necesarios que se traten; como la igualdad de género, por eso
trabajo la coeducación tan a fondo; el uso de la creatividad, que
eso para mí es fundamental y creo que se mata centrándonos solo en
la memoria, y la creatividad es fundamental.
¿Influyó
crecer en un pueblo “lleno de historia” con tus estudios?
Sí,
claro, mucho. Yo he crecido rodeado de restos romanos, de la leyenda
de la resistencia saguntina contra los cartagineses, de una serie de
mitos y leyendas que me han marcado mucho; aún sin quererlo, porque
en realidad yo no era consciente; pero sí que me han marcado y para
bien, creo.
¿Cuál
es la cultura de la que más te resultaría interesante hacer algún
descubrimiento?
De
las que he trabajado, yo, estoy enamorado de la cultura ibérica. Y
alguna que desearía trabajar con las que no he trabajado y que me
fascinaría, no sé, pueblos precolombinos, irme a américa Central y
Sudamérica, no sé, cualquier civilización precolombina, pueblos
moches… Me encantaría, me encantaría trabajar allí; aunque es
muy difícil.
Ahora
mismo, de momento; para este verano hay algo, ya veremos, pero
todavía estamos en fase de buscar fondos (risas), aquí no solo no
ganamos dinero sino que encima a veces perdemos dinero. Algo hay,
algo hay, ya veremos.
¿Qué
ciudades te gustan más o recomiendas en cuanto historia/arqueología?
Es
difícil de elegir, depende de los intereses o gustos de cada uno…
Por alusiones diría que visitando Sagunto puedes hacer un recorrido
rápido desde l s. VI a.C hasta la edad contemporánea, desde la Arse
Ibérica hasta el Sagunto de los Altos Hornos. Podemos entender el
casus belli de la Segunda Guerra Púnica entre romanos y
cartagineses; la Hispania islámica y la conquista cristina de los
territorios; las políticas de defensa de la costa de Felipe II; la
guerra contra el francés; la restauración borbónica que terminó
con la I República…
¿Cuál
es tu visión sobre la arqueología?
Mi
visión sobre la profesión es hoy en día un poco más optimista que
hace unos años. No obstante, dependemos en exceso de que los
gobiernos decidan invertir en la investigación y cultura (cosa que
no suele ser habitual) y de que la construcción, tanto pública como
privada, se mueva.
Antes
de que se iniciara la crisis, encontrábamos trabajo incluso antes de
haber terminado la carrera; las diputaciones y comunidades autónomas
aprobaban presupuestos para proyectos con mayor generosidad… todo
eso se frenó en seco. Muchos compañeros, brillantes investigadores,
han tenido que buscar “asilo” en Universidades de otros países.
No
obstante, eso no ha detenido a la arqueología. Verano tras verano
siguen llegando solicitudes de estudiantes que quieren participar en
las campañas de excavación que se proponen.
La
arqueología sigue viva.
¿Cuál
es tu periodo histórico favorito?
Depende.
La pregunta, como siempre, no es en qué periodo sino en que grupo
social. Vivir en la Roma imperial debió de ser maravilloso siempre
que fueras patricio. Si le preguntamos a un esclavo igual no te
responde lo mismo… Se me ocurren mil momentos en los que pagaría
por vivir. La Atenas de Pericles, La Roma de Augusto o Adriano, la
Córdoba omeya, la Granada nazarí, la Rusia revolucionaria, la II
República española…
¿Qué
es lo que más te gusta y lo que menos de la historia?
Lo
que más, que es inabarcable. Por mucho que creas conocer, siempre
hay infinidades en las que seguir aprendiendo. Lo que menos, la
parcialidad. La infinidad de estudios malintencionados y
tendenciosos. Pero, sobre todo, lo que más me fastidia es el
silencio sistemático a las minorías: mujeres, gitanos, musulmanes,
homosexuales… los perdedores en general o, mejor dicho, los
perdidos.
¿Cuál
es la asignatura que más y menos te gustaba?
No
es por ser políticamente correcto, pero en el instituto era muy buen
estudiante. No había nada que me disgustara o me desagradara. Eso
creo no haberlo perdido, leo de forma compulsiva y lo mismo me da
novela, poesía, ensayo… No obstante, di tengo que elegir la que se
me diera mejor, la Historia sería la elegida. Y la que más me
costaba era la Química. Con la Física nunca tuve problemas, pero la
Química me costaba más entenderla…
¿Qué
opinas de series como El Ministerio del Tiempo?
Me
encantan. Soy un seguidor fiel de la serie y unos de los que se
indignan con el (mal)trato que le dan en RTVE. Sí es cierto que soy
crítico con lo tendenciosa que es en muchas ocasiones y con el
lavado de cara que le dan a ciertos momentos y personajes que pintan
de heroicos cuando llamarlos rufianes es quedarse corto. Me gustaría,
como he dicho, que se diera voz a las minorías. Aún así, soy de
los que piensan que cualquier para hacer comprender mejor esta
materia siempre son bienvenidas.
¿Cuáles
son tus personajes históricos favoritos?
No
soy mucho de “personajes”, soy más de gente. Me hubiese
encantado conocer a Enriqueta Otero, una maestra y miliciana que tuvo
una vida fascinante y que nunca renunció a unos principios con los
que comulgo en gran medida. Y si tengo que elegir un hombre, por
remontarme más en el tiempo, elegiría a Aníbal. Me gustaría saber
si fue tan gran estratega y tan buen orador como se dice. Además,
todos los que hemos nacido en lugares por los que pasó, creo que
tenemos en nuestro ADN cierto síndrome de Estocolmo…
¿Cómo
crees que hubiera sido tu vida si te hubieras dedicado al mundo del
periodismo?
La
verdad es que no me lo he planteado... Sí es cierto que no me veo en
la televisión. Me gusta mucho la radio, pero tampoco tengo una voz
bonita como para que la emitan en antena. Supongo que hice bien en
cambiar de carrera...
¿Quiénes
fueron tus profesores más influyentes?
Si
tengo que elegir uno por etapa académica me quedo en Educación
Primaria con Antonio Vilanova, quien me inició en el mundo de la
arqueología. En el instituto creo que fue donde tuve más docentes
que me marcaron. En Historia tuve un profesor, Roderic, que destilaba
pasión en cada una de sus explicaciones. No obstante, creo que
fueron Albert y Elvira, dos profes de Filosofía los que más me
ayudaron a formar mi personalidad. El primero era un hombre muy
peculiar y, como sé que a él le encantaría que dijera, "raro".
Con un humor negro desternillante. Con Elvira aprendí a valorar el
cine y la música desde prismas totalmente diferentes a los que tenía
hasta ese momento. Ya en la Facultad, me quedo con Consuelo Mata, con
quien tengo una gran amistad y que fue mi directora en la tesina de
arqueología ibérica. A todos ellos, los nombrados y los omitidos,
les debo mucho.
En
tu opinión, ¿cuáles son los hallazgos arqueológicos más
importantes?
Pues,
sinceramente, no lo sé. La arqueología, como cualquier ciencia, no
es una competición. No es una liga de fútbol en la que se deba
establecer una clasificación por puntos. Más que de "objetos"
se trata de explicaciones y de soluciones a problemas planteados. Por
aparentemente insignificante que sea, si el resultado responde a la
pregunta que te hiciste antes de iniciar la investigación o te abre
nuevos interrogantes, puedes darte por satisfecho.
¿Qué
libros/películas/series recomiendas para adentrarse en el mundo de
la arqueología?
Libros
hay muchísimos... recomiendo el "Manual de Campo del
Arqueólogo", de Heather Burke, Claire Smith e Inés Domingo
para entender cómo funciona el trabajo que realizamos en un
yacimiento. También es muy interesante el libro "Pioneros de la
Arqueología en España", donde se puede ver la evolución de la
disciplina desde el coleccionismo y los gabinetes de antigüedades
hasta la ciencia arqueológica actual.
Series
la verdad es que hay pocas y, en general, son bastante malas... tal
vez "Bonekickers" sea la más relacionada, pero todas las
que conozco acaban cayendo en tópicos del cazatesoros saqueador con
látigo y revólver.
Las
películas tal vez son muy obvias, pero toda la saga de Indiana Jones
(menos La Calavera de Cristal, que consideraré un error que nunca
debió ver la luz). Sí, son tópicas. Sí, son una mentira. Sí, no
tienen nada que ver con la arqueología. Pero, ¿acaso hay algún
arqueólogo o arqueóloga que no "lo haya flipado"
viéndolas?
¿Qué
opinas de los tópicos como que la Historia es solo fechas y los
arqueólogos son la gente que va en cazadora de cuero, látigo en
mano y "desentierran dinosaurios"?
¡Vaya!
¡Cuántos tópicos en una sola pregunta! Si la Historia es
fascinante es precisamente porque no es un listado de fechas y
nombres. La Historia son procesos, relaciones, interacciones,
evoluciones e involuciones paralelas o conjuntas. La corriente
Positivista, que es la que defiende la Historia como correlación de
datos aislados, dejó de estar vigente hace mucho tiempo, por mucho
que nuestros legisladores, editoriales, etc. sigan sin darse cuenta.
En
la arqueología pasa algo parecido. No creo que el tópico
"indianajonesco" haya hecho daño a la arqueología, pero
tampoco ha aportado demasiado. Entiendo que toda ficción de éxito
cale en el imaginario de quien no está iniciado en la materia, pero
nada más lejos. Los arqueólogos no somos Indy así como los médicos
no son House. Está en nuestras manos acercar la realidad de la
profesión al gran público y para eso contamos con muchas
herramientas: medios de comunicación, centros educativos, figuras de
referencia conocidas por el gran público (caso de Arsuaga) y, sobre
todo, el poder de la curiosidad que esta ciencia despierta.
¿Qué
piensas del papel al que ha sido relegada la mujer en los libros de
Historia?
No
hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de que las mujeres
han sido silenciadas con toda la intención. El papel secundario
(aunque decir esto es quedarse corto) que ocupan en el tradicional
relato histórico tiene un objetivo de perpetuar una estructura
social desigual y patriarcal muy evidente. De la misma manera que lo
tiene el silencio al que son sometidas todas las minorías que no
respondan a los cánones de quién se encuentra en la cúspide
social. Un claro ejemplo es también el pueblo gitano. Por suerte, no
todos estamos dispuestos a continuar con el silencio. Cada día somos
más los que damos el lugar que merecen a todos los colectivos que
han sido ocultados y no sólo en una clase, sino en cualquier
contexto. Ahí tenemos las reivindicaciones de las actrices por una
igualdad y visivilidad y en contra del abuso al que sistemáticamente
han sido sometidas. Ahí tenemos también la convocatoria de huelga
para el 8 de marzo que debería ser secundada y apoyada por toda la
población. El patriarcado está herido de muerte (y ya era hora).
¿Qué
opinas sobre las personas que piensan que no es necesario aprender
Historia?
Bueno,
yo creo que es inevitable aprender Historia, de la misma manera que
es inevitable aprender Lengua, Matemáticas o Filosofía. Lo haces de
forma inconsciente la mayoría de las ocasiones. Es de uso cotidiano
y práctico. Es imposible relacionarte con tu entorno, con tu
comunidad, con el mundo en general si no compartes unos códigos que
vienen dados por todos estos elementos. O aprendes y eres capaz de
interpretarlos o estás perdido.
¿Podrías
nombrar algunos hechos históricos que te parezcan injustos y qué
harías para que no lo fueran?
La
realidad está llena de injusticias, por lo que la Historia no deja
de ser una sucesión de ellas. Lo grave no es que se hayan cometido,
lo verdaderamente injustificable es que se oculten, se ignoren y no
se aprenda de ellas. Que no se restablezca, por ejemplo, el honor y
la memoria de los asesinados por la dictadura franquista cuando
defendían la democracia y la libertad es injustificable desde todos
los puntos de vista.
¿Tuviste
algunos trabajos relacionados con la Historia/Arqueología antes de
ser profesor?
Sí,
antes de dedicarme a la docencia me dediqué a la arqueología, tanto
como doctorando en la Universidad de Valencia como de becario en el
Museo de Prehistoria de Valencia. Además, también he trabajado de
arqueólogo para algunas empresas e instituciones en Andalucía.
Empleo
en Pompeya.
Fue
una experiencia muy bonita. Breve, pero enriquecedora. Trabajar fuera
de tu país, aunque sea con un equipo con el que habitualmente
trabajas aquí, siempre es positivo.
Esta
fue una oportunidad que se me presentó de golpe, por bajas que se
produjeron en el equipo habitual de la Sección de Investigaciones
Arqueológicas Municipal (S.I.A.M) de Valencia que trabajaba allí.
No tuve tiempo para pensarlo, pero tampoco me hizo falta.
Experiencias,
anécdotas…
En
estos años acumulas muchas anécdotas, sobre todo en las campañas
de verano, las que se llevan desde los museos, universidades… La
arqueología es liberal, la de urgencia, la que se realiza cuando hay
una obra en marcha y debes intervenir con presiones externas y plazos
asfixiantes es muy diferente. Cuando excavamos en verano, con
estudiantes, conviviendo varias semanas y en un ambiente que
entremezcla la ciencia y la didáctica se producen muchos momentos
que se quedan grabados en la memoria. Además en estos casos, los
“núcleos duros” de los equipos, la parte profesional, suele
formar parte del mismo proyecto con lo que no dejas de estar
trabajando la mayoría de ocasiones con amigos. La química que se
genera da pie a numerosas anécdotas.
Ahora
mismo podría enumerar un montón, muchas producidas durante la
jornada y, muchas más, durante los momentos de ocio. No somos
Indiana Jones ni nos enfrentamos a nazis látigo en mano, pero
sabemos cómo pasárnoslo bien.
Trabajos
de arqueólogo.
He
trabajado en unos cuantos sitios a lo largo de estos años. Sobre
todo en la provincia de Valencia y esa vinculación es extensible al
Museo de la Prehistoria de Valencia. Además, también he trabajado
en Castellón, Alicante y, una vez me trasladé a Andalucía, en
Granada, Jaén… No obstante, no esperes nombres de yacimientos
popularmente conocidos. Es más, una broma interna que tenemos es por
los nombres de los yacimientos que hemos excavado en los últimos
años y que hacen que si lees nuestros expedientes parezcan el tour
estival de una orquesta de verbena: El Zoquete, la Casa de la Cabeza,
los Chotiles, el Pico de los Ajos…
Recomendaciones
por si alguien quiere estudiar historia o arqueología.
Que
se lo piense dos veces… no, es broma. No tengo mucho que decir. Si
de verdad te gusta, adelante. Simplemente un par de consejos:
1.
Si no tienes claro si te gusta la arqueología, estudia Historia. Si
lo tienes muy claro, busca una Universidad que ofrezca el grado de
Arqueología, aunque tengas que desplazarte.
2.
Elijas lo que elijas, si te gusta la arqueología, busca excavaciones
desde el primer curso para empezar a romper mano desde tu primer
verano universitario, no esperes a estar acabando el grado. Esa
experiencia que vas acumulando te servirá de mucho. Además, si
descubres que no es lo tuyo, mejor hacerlo en primero que en cuarto…
Por otro lado, aunque tengas muy claro qué periodo histórico es el
que más te gusta, no te cierres puertas, prueba excavaciones de
otras épocas. Aunque te apasiones la cultura ibérica, un par de
experiencias con la prehistoria siempre vienen bien.
Opinión
sobre las películas de arqueólogos como Indiana Jones, Tomb Raider,
Tadeo Jones…
El
arqueólogo que diga que no se ha metido en esto por llevar látigo y
chupa de cuero y dar un par de tortas a un nazi, miente como un
bellaco. No obstante, diré que en realidad todas estas no son
películas sobre arqueología sino sobre cazatesoros. Expoliadores
sin más. Incluso hubo una serie británica, Bonekickers, que se
vendía como arqueología de verdad y ya en el primer capítulo
terminaban encontrando la Mesa Redonda del rey Arturo… Cualquier
parecido con la arqueología científica es pura coincidencia. Eso no
quita que haya visto mil veces la saga de Indiana Jones (menos La
Calavera de Cristal, con una vez sobra), que parta de risa con la
momia de Tadeo Jones o que envidie los medios de los que dispone la
aristócrata Croft. Profesionalismos al margen, me encantan esas
pelis y creo que han servido para “publicitar” la arqueología.
Entrevista realizada por Claudia Rodríguez González (2º ESO B)